lunes, julio 11, 2005

Odio de ida y vuelta

El pasado viernes 8 de julio, en Londres apenas unas horas después de que les concedierán los juegos olimpicos del 2012 quedó marcado uno de los ya muchos, capítulos negros de la historia del hombre.

El odio engendra odio y después del S-11 que ya ha sido analizado en diversas ocasiones y por diferentes especialistas en todos los medios posibles, es importante también resaltar las consecuencias que este evento trajo consigo a nivel social, pero no me refiero precisamente a los norteamericanos afectados y demás personas que estuvieron en ese momento compartiendo la suerte con las personas que iban a abordo de los aviones que se estrellaron en las torres del World Trade Center y la gente misma adentro de las grandes estructuras. La temática que ocupara este texto será particularmente los Musulmanes y la estigmatización que sufren a consecuencias de los ataques.

La persecución encabezada por La Casa Blanca, su líder y su política “anti-terrorista” que en un principio serían los que financiaran con recursos tanto de los sauditas ricos y opulentes como del gobierno Norteamericano los atentados, como lo muestra Michael Moore en su filme Fahrenheit 9/11. Ellos son los que ocasionan ese odio indiscriminado en general a toda aquella persona proveniente de Medio Oriente, no importando su país de origen. Un ejemplo muy claro es el que se muestra en la cinta realizada por varios directores del mundo llamada únicamente S-11, en el que muestra el caso de una madre musulmana residente en Estados Unidos que sufre la discriminación por parte de toda su comunidad al levantarle a su hijo sospechas de complicidad en los atentados y claro, al comprobarse la inocencia del muchacho, el gobierno hizo lo de siempre, un simple: “Lo sentimos”, como si se tratara tan solo de una despensa navideña, dejando en ella y su familia el estigma de terroristas ante su comunidad.
A decir verdad no soy muy conocedor de las tradiciones, cultura y religión Musulmana, pero no es necesario ser un experto sociólogo o un experimentado psicólogo para tener sentido común y saber del respeto que debe haber hacia la libre ejecución de cualquier tipo de cultura que no dañe a terceros, que ante tal suceso mas bien se convirtió en miedo y discriminación general para los musulmanes desde sus costumbres religiosas hasta la convivencia social de una vida normal que fue trastornada completamente.

En el Islam, su Dios Alá no acepta ninguna otra deidad como objeto de adoración divina, así llamando a todos aquellos que desobedezcan como infieles y aunque les parezca injusto no se le cuestiona, aunque las medidas sean extremas, como los atentados de Nueva York, Oakland, Atlanta, Madrid y ahora Londres; y diversas embajadas representativas de lo que llaman “gobierno del terror”, todo motivado por fines religiosos, financieros, de poder pero sobre todo, de intolerancia y odio.

La contraparte o respuesta a la ofensiva de ambos bandos es obvia, pero no justificable, ya que odio engendra odio y aunque sea la raza, la religión, la preferencia sexual, etcétera, ningún ser humano tiene derecho a decidir sobre la vida de otro y mas aún, si esto solo es para su satisfacción personal. Así será, y más aún con las constantes muestras de violencia de la administración Bush contra el mundo árabe y viceversa, el odio, la marginación y la devastación de la raza humana continuara como secuela de una muy mala película hollywoodense.


Llegando a resumirse todo de la siguiente manera:

Si no nos respetan, les aniquilaremos
Si no nos escuchan, les ensordeceremos
Si nos golpean, les golpearemos
Si no comprenden, les pisotearemos
Si no entienden, les mataremos
Si nos gritan, les callaremos
Si nos engañan, les mentiremos
Si no toleran, no toleraremos
Si nos atacan, atacaremos
Si nos apresan les doblegaremos
Y cuando acaben estarán muertos.


Volviéndose así… solo una bola de nieve que solo nos arrasara.

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