miércoles, julio 27, 2005

¿Dondé quedo el espíritu de protesta?

No comprendo el pasado; no puedo entender bien cómo y cuándo se formó esa abismal diferencia entre los universitarios de los años setenta y nosotros, los de 2000. Treinta años han hecho añicos la voluntad estudiantil.

Me pregunto si es por vivir en la provincia, si es algo local, pero nosotros, los universitarios modernos, no sabemos levantar la voz, no sabemos reclamar y mucho menos sabemos defendernos. Lo peor es que somos la futura fuerza laboral, los próximos sindicalizados, los futuros (y actuales) votantes.

Cuando leo en los periódicos o revistas, o cuando algún catedrático me ha platicado lo que podían lograr hace años estudiantes con un solo día de paro, me parece increíble cómo se organizaban entonces las personas. ¿Es que eran más valientes?, ¿o más revoltosos o qué? No se trata de quemar escuelas ni de intentar acabar con el sistema y volvernos comunistas. No. Se trata de la cultura de la expresión y de la protesta. La hemos perdido totalmente.

Personalmente culpo a varios factores, como una huelga en la UNAM infiltrada por porros que sólo marcharon no sé cuanto tiempo la idea de “universitarios protestando” y unos medios de comunicación hábilmente enfocados a que todos los mexicanos viéramos todos los días lo “malos, perversos y nocivos” que los jóvenes podemos ser cuando nos unimos para protestar.

Muchos de nosotros crecimos con esa idea, y ahora, prácticamente no hay universidad pública (y ni marginar las privadas) en el país en que haya un solo movimiento efectivo de estudiantes que represente ideales determinados o siquiera que luche por mejorar las condiciones de sus escuelas.

Está falleciendo la educación pública a manos de los gobiernos que entregan las mayores facilidades a instituciones privadas y que, por ello, hacen que las oportunidades de capacitación sean desiguales.

Aquí en el puerto de Veracruz hay dos facultades de Medicina, una pública, de la Universidad Veracruzana (a la que orgullosamente pertenezco), y una privada. La lucha por espacios de aprendizaje en los hospitales de la ciudad nos agobia. Nuestra facultad no puede competir por lograr acuerdos con las autoridades de los hospitales, pues la disputa es desigual por librarse en términos de dinero. Y lo peor, pronto abrirán otra escuela privada de medicina, sumando así tres instituciones. Y ante estos tremendos problemas, ¿Qué hacemos los estudiantes? Nada. Simplemente no sabemos expresarnos, no sabemos presionar a nuestra rectoría para que nos ayude.

Es por ello que no comprendo cómo lograban los estudiantes de antaño agruparse y luchar por sus metas. Ahora nosotros mismos nos frenamos, nos llamamos “grilleros” unos a otros y nadie osa levantar la cabeza, pues sabe que el apoyo siempre es muy pequeño y su polo cefálico rodaría con la mayor facilidad e impunidad.

Estos somos nosotros, los universitarios de nueva generación.

Avísenme si en algún lugar es diferente, por favor. 1

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Me alegra saber que no soy el único lunático que nota apática la sangre universitaria…

¿Estamos destinados a solo seguir siendo el ganado de papá gobierno?


CON ESPECIAL Y CARIÑOSA DEDICATORIA AL GRUPO C-106 DE LA UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE LA CIUDAD DE MÉXICO, PLANTEL SAN LORENZO GENERACIÓN 2005-I… ¿Qué… a poco nada más las canciones se podían dedicar?

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