martes, agosto 02, 2005

Química de la sangre

La introducción de químicos
a mi cuerpo no aliviara las heridas,
solo apaciguara la jauría
que aguarda con ansias en mi mente.

Esperar el torrente de ilusiones
que aguardan en un mundo
que siempre estará fuera
del alcance de mis manos.

Poder estrechar lazos con
Hitler, Gandhi, Jesucristo,
Alá, Lennon y Morrison
en la misma mesa
será la utopía de la humanidad
pero para mí tan solo es la nota trivial
de una canción que suena en la radio local.

Tarde o temprano los excesos romperán
estas ilusiones de niño que juegan
en mis pupilas todos los días, no importa…
conviví con los mejores
y el no mencionarlos será descortés.

Tan molesto como cortadas en el paladar,
tan incomodo como rascar en mis orígenes
y ahora ya no será difícil llorar
sin que el mundo lo empiece a notar.

Romperé el hábito,
esconderé la debilidad
en una cueva de cristal
donde todo reviente al menor movimiento.

Encontrar sentido a mi ironía
buscar a la persona por quien moriría
se ve lejano para mí todavía,
la felicidad se me ha negado
pero no siento que yo haya fallado.

La química comienza a descender
y los labios se vuelven azules
a nadie (menos a mí) le gusta perder
ya he visto que se apagan las luces
y mi ánimo se empieza a disolver.

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