Ya no sé distinguir que me duele más… sí recibir los golpes de una madre empeñada en que abandone la universidad para buscar uno de esos empleos donde te disfrazan con una corbata de color chillante y amurallarte del mundo exterior en un escritorio; ó sentir que el amor y consuelo de la persona que amo, y que sigo jurando que daría la vida sin titubear, ya no están ahí.
Ya no sé distinguir que me duele más… sí mi padre llorando al recibir la noticia de que me marchó por las agobiantes torturas psicológicas que recibo en casa; ó enterarme que mi abuela, la única persona que realmente me cuido y consintió de pequeño se encuentra accidentada y en cama.
Ya no sé distinguir el dolor… no sé que me duele más… en verdad… no lo sé.
jueves, marzo 23, 2006
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