De pequeño los gritos, nalgadas y manazos que recibía sólo dejaban un leve dolor y probablemente alguna irritación en la piel.
Supuestamente conforme al crecimiento el organismo humano se va haciendo más fuerte y resistente. No entiendo porque entonces a mis 25 años sus gritos me irritan más allá de la piel hasta tocar el corazón y sus golpes ahora dejan un profundo dolor en el alma.
Tal vez no he entendido nada del organismo humano… tal vez ni siquiera de la estancia de mi ser en este mundo.
jueves, marzo 23, 2006
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