Aunque quizá no haya odio en la propia familia, no se encuentre tampoco en la dependiente que nos vende las provisiones o en la señora que amablemente limpia la oficina todos los días. Es probable que la infección del virus del odio haya provocado el mismo efecto en todos, sin embargo basta con echar un vistazo en las relaciones políticas de nuestro país y mirar como los amarillos le tiran con todo a los azules, y éstos a su vez le dan con todo a los verdes en la primera oportunidad que tienen y así, hasta que todo se vuelve una pelea campal de todos los olores, colores y sabores burocráticos.
Por otra parte, al irse incrementando la cadena de relaciones sociales crece proporcionalmente la tensión. De momento no sé si haya algún sociólogo o filosofo que sostenga esta hipótesis, pero basta con darse una vuelta por cualquier avenida
congestionada y ver el comportamiento de los microbuseros que al sentirse dueños del asfalto, proyectan sus unidades como lo hicieran los kamikazes en la Segunda Guerra Mundial, o ahora las madres de familia que al ver a uno con el pelo largo y recientemente estornudando en la calle, quieren aventarle a la primer patrulla que pase por el lugar. En fin podrían ser muchos lo ejemplos y como comenté al principio, por momentos me creó la idea de que no todo mundo ha llegado a la efervescencia de la histeria; no obstante, las condiciones de nuestra vida en tan caótica ciudad lo hacen ver y sentir de otra forma.














1 comentario:
No sé si es una idea mundial, creo que si, la de que los medios de comunicación son el cuarto poder, mas llego a pensar que en se han convertido mismo en el primer poder, pues ya el que muchas veces crea las normas, maneja los fatos y juega las personas, asi es, aunque su objetivo,creemos, sea tan solo el de llevar informaciones de los hechos a las personas para ayudarlas a vivir mejor.
Pero nosotros "subordinados" del "poder" somos los que lo mantiene allá y hemos dicho como deben actuar.
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