Tras el florecimiento de mis triunfos siempre viene la decadencia. ¿Qué importancia tiene la perdición ahora si alguna vez hallé lo infinito de la dicha, aunque sólo durase unos segundos?
¿Sería posible pensar que existe un tipo de belleza que vaya acompañada de la desdicha? Todo se resume con la sustancia de nunca lograr conocer lo que es el placer de ver realizado el plan propuesto.
Las preocupaciones han alcanzado una madurez, tal que ahora comienzan a marchitarse irremediablemente. Habría que ver porqué no burlarse de la inspiración que descendió del cielo, cual regalo divino.
Existen parejas que nunca se separarán como belleza-desdicha o desdicha en la belleza, según sea el caso. Esta pareja no solo crea dualidad, me atrevo a decir multiplicidad. Engendra personajes por millares y nadie se salva, incluso tú y yo, siempre impulsados por el orgullo humano y el ansía de amor.
¿Quién dice quien habla y quién cesa de hablar? Se trabaja constantemente un método u otro, pero siempre con un único fin: la incansable búsqueda de esa belleza. Un caminar por un sendero de satisfacción, pero sin olvidar jamás que también es tortura.
martes, septiembre 25, 2007
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