jueves, febrero 16, 2006

(pt. 3) La culpa fue siempre mia

Voltear hacia atrás en mi vida representa cargar con una dolorosa bandera de “señor patético y perdedor”. La furia de no conseguir lo que quiero me lleva tomar desiciones equivocadas, realizar acciones ofensivas contra muchas personas… me pesa aunque lo duden.

Mucha de la gente que aprecio se aleja, mis sueños se han visto una y otra vez frustrados, mi madre me ha llamado fracasado, me hartan muchas situaciones que para todo el mundo son normales y hasta cotidianas, estoy cansado de la ironía que perfuma mi persona, quisiera cambiar el rumbo de mi historia pero todos mis antecedentes siempre pesan a la hora de querer trazar mi futuro. Cuando las cosas parecen algo seguro únicamente se hacen garabatos indescifrables los cuales al querer desenmarañar sólo consigo empeorar y todo por querer hacer siempre que el mundo sea lo mejor únicamente para mí sin importarme como se comporta mi entorno.

Ahora más que nunca sé que no le di el justo valor a las cosas. No tuve miedo cuando debí de tenerlo, no acaricie lo que tenía que haber acariciado, no me sentí pudor cuando debió de florecer el sentimiento, no me contuve cuando tuve que hacerlo, no sentí compasión por dañar a alguien que amaba; y así se conjunto todo un caldo de sentimientos que nunca salieron en el momento preciso en el que debieron de aparecer y ser ocultados. Aunque he sido alguien que pocas veces se arrepiente de sus acciones en esta ocasión entro en conflicto por tomar todo lo que me ha llevado hasta el punto en el que estoy en este momento.

Siempre veo el mundo de una manera que me resulta cómoda ó incomoda tan sólo para criticarla, justificarla, aplaudirla o sacrificarla; pero ahora que estoy en la orilla de un abismo que sé que no tiene punto de regreso tengo miedo… mucho miedo. El perder a la gente que quiero es algo que me ha aterrado siempre y desde aquel diciembre vivo con el miedo de perder algo más, en aquel momento me di cuenta de lo sencillo que también puede resultar alejar a alguien que al día de hoy sigo jurando me sacaría los ojos por hacerla feliz.

Mi rabia contra el mundo se hizo temor, un temor con el que ahora vivo día a día y desafortunadamente la situación ya esta ahí, y aunque jamás existirán palabras o acciones para borrar aquello, de antemano te digo Manzanita que siento horrible que tuviera que darme cuenta de lo malo que soy contigo. No me hubiera pesado con alguna otra persona, pero esa será mi penitencia hasta que muera: vivir con ese momento amargo siempre en el corazón hasta el último día que tenga que pisar este planeta.

En las tradiciones japonesas existe la costumbre de que cuando alguien falla a alguien o algo mutila alguna parte de su cuerpo o entrega su propia vida en sacrificio en señal de disculpa o arrepentimiento; y aunque soy completamente consciente de que yo no tengo que ver con esa cultura, pongo a tu disposición mi vida para el momento en que tu digas ponerla en tus manos. Perdóname por todo.

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