lunes, febrero 13, 2006

(pt. 2) Se quemaron mis alas

¿Por qué la niña por la que muero hace que me muera? A que sabrán mis triunfos si ya no estas aquí para festejarlos… todo mi dolor se multiplicó y se hizo peor ahora que no estas para curarlo.

Si… es verdad… me hice el fuerte, pero sólo era porque quería cuidarte, pero jamás pretendí intimidarte y aunque creo que lo sabes ya no importa porque es demasiado tarde…

Lloraré ahora en silencio y dejar que las lágrimas se disuelvan en la sangre tiene que ser mi penitencia; y aunque me pidas que ya no te contemple no puedo evitar llevarte en la carne… “así como tuvo un comienzo esto tuvo que cerrarse” (tu sentencia).

La estupidez me cegó porque me ganó sin concebirlo y se hizo más grande que mi amor. Me volví de lo peor en lo que parecía sencillo.

No entiendo… ¿sí ya ha pasado otras veces y no me intereso?, ahora contigo la decisión que tomas me quema por dentro de una manera que no puedes ni imaginar.

Toda la dulzura de tus caricias ahora es pura salinidad en la vida… en fin... por tratarte de explicar lo solo y vacío que se siente mi interior ya se vuelve obsoleto. Para esta hora mi amor por ti únicamente es algo pasado de moda.

A todo le podré dar mil vueltas mientras vivo, entre tanto que tu llevas una existencia tranquila; y no te culpo porque eso era yo: tu fiel experimento de vida.

Ya no me interesa si fuiste quien vio mi última gota de alegría porque aunque jamás regrese siempre serás la única persona por la que yo moriría.

Dudo que algún día regreses a mis brazos… de cualquier manera te agradezco infinitamente tu cariño y paciencia… junto a ti viví los días más hermosos.

Nunca volveré a estar a tu altura porque mi soberbia hizo que se quemaran mis alas.

No hay comentarios.: