viernes, enero 30, 2009

Teresa también es perversa en Navidad

Fragmento de la crónica "La butaca de los orgamos" que elaboré entre octubre de 2007 y enero de 2008.
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Debido a la importancia que envuelve la atmosfera de estos días de obsequios y todo aquello que tenga que ver la escena navideña, sinceramente tenía dudas de acudir particularmente hoy 24 de diciembre al tan famoso cine Teresa, debido a que en mi pensamiento ese lugar se vislumbra abandonado el día de hoy. Y es que todos están tan ocupados en comprar cualquier cosa, que pareciera que no nada más el año va a terminar, sino que pareciera que lo que verá su fin es el mundo entero. Todos preocupados por gastar, gastar y gastar; mientras que yo me dispongo a entrar al trance onírico que provocan estos cines porno.

La entrada debe de ser lo más rápida y cautelosa posible, ya que debido a la afluencia de gente me preocupa que pase algún “conocido”, me vea y armé todo un borlote y provoqué así una revolución en lo que ahora es la vida “estable” que he llevado durante los últimos meses. Una vez dentro del inmueble aún me debo de dar prisa, ya que las puertas de cristal que dan a la avenida principal dejan ver a todos y cada uno de los que entramos a tan cuestionado lugar.

Inmediatamente percibo una cortina de extraña tela azul que no deja pasar la luz exterior, y al igual que en el cine que días antes había visitado, la danza que hacen alrededor de las butacas los hombres-zombis es lo que me da la siniestra bienvenida. Aún con temor o timidez realmente sigo sin saber que haya sido, busco algún lugar que no tenga rastros de que alguien haya tenido ahí un orgasmo o en otros términos; no se haya venido encima de la butaca, lo ilumino con mi celular y listo, un asiento seco aunque algo incómodo.

Rápidamente me pude percatar de que aunque era 24 de diciembre, había casi la misma cantidad de personas que cuando había ido la primera vez a un sitio de estos, aunque había una enorme diferencia, aquí no había esos grupos que parecían enjambres orgiásticos. Parecía que en este lugar las cosas eran más “tranquilas” y “personales” ya que los que se paseaban por los pasillos que rodean las butacas no hacían otra cosa más que observar.

Justamente cuando comenzaba a desistir de observar algún comportamiento que atrajera mi atención y concentrarme de lleno en la película, un tipo se sienta a dos lugares de mi y de reojo puedo observar como dirige su mirada a mi entrepierna. ¡Maldita sea! Sí piensa que voy a actuar como los demás está perdiendo su tiempo, pero eso me deja con interrogantes punzándome la mente ¿me estoy convirtiendo en un pervertido más? ¿ahora yo soy parte de su mundo y me están asimilando como uno de ellos? Comienzo a perder algo de equilibrio mental, puesto que dudo ahora de si ellos son más pervertidos por hacer lo que hacen en su espacio, o yo por estar observando todo lo que hacen.

Bien, regresando a lo del fulano que me observaba desde la oscuridad que le correspondía en la sala, dejó pasar como quince minutos y me imagino que se aburrió por no ver “acción” y se retiró a seguir deambulando y obtener mejor suerte por otro lado. Este tipo me dejo un tanto nervioso, ya que dado lo que representaba este día casi todo el mundo debería estar en casa haciendo los preparativos que requiere la víspera de navidad. Pero contrario a todo, aquí me encontraba yo revolviéndome con todos estos anormales y aprendiendo más de su naturaleza.

¡Carajo!, lo que menos me agradaba de este asunto, tener que visitar el baño para descargar lo que tiempo antes me había bebido. Creo que este fue el sitio más enfermo de todo el cine, ya que además de encontrarse al final de un pequeño pasillo que también se usa como salida de emergencia, tiene cámaras por todos lados y que no dudo se filmen algunas depravaciones aquí y después se vendan en la avenida que apenas es separada por unos cuantos metros de concreto y vidrio. Una vez disponiendo de arrojar el líquido de mi cuerpo, tranquilamente de reojo observo que un tipo hace lo mismo pero a una distancia bastante considerable. Todo esto hubiera sido irrelevante si no hubiera sido por otro fulano que llego cuando apenas yo llevaba como diez segundos y se planto junto a mí, para supuestamente también orinar. No es algo que acostumbre hacer en otros baños públicos, pero dada la naturaleza de este lugar; aquí era necesario vigilar los movimientos de cada uno de los que entraban para expulsar algo de su cuerpo, y aún más tomando en cuenta que el sanitario de mujeres estaba cerrado por una supuesta reparación.

Mi táctica resulta atinada cuando con vista panorámica noto que el infeliz se acababa de llegar, se iba posicionando a modo de ver mi aparato reproductor o como aquí se dice: “verga”, ¡Hijo de puta!, creo que a cualquiera le hubiera incomodado, o por lo menos a alguien heterosexual y con mis principios morales, así que me apresuro a hacer lo mío y por encima de mi hombro puedo observar que me da la espalda y se comienza a masturbar mientras que el primer tipo que estaba lo observaba de frente y como abejas a la miel, comenzaron a llegar más y más fulanos como si hubieran olfateado algo, ¡mejor me largo de aquí, antes de que esto se ponga mas denso!.


Comenzaba a reiterar mis sospechas y efectivamente, el lugar estaba lleno de degenerados que preferían estar aquí que con sus familias. Es así que me busco otro lugar donde pudiera sentarme y obstaculizarle el paso de la fila a quien fuese para no ser “molestado” nuevamente por nadie. Efectivamente mi estrategia rindió frutos, pero al cabo de veinte minutos aproximadamente, cuando lo que se mostraba en la pantalla dejaba una escena donde no implicaba sexo, sino únicamente diálogos, los danzantes se ponían más activos buscando a algún impávido que requiriera de su compañía.
Es así cuando me percato de que ahora ya tenía a cuatro tipos que estaban de pie mirándome fijamente como lo había hecho el que osó hacerlo cuando recién había ocupado la primera butaca.

Realmente esta situación me comenzaba a hacer sudar, ya que aunque no dudando de mi preferencia sexual y mis principios ético-morales; me venían a la cabeza tantas cosas que había leído que sucedían en esos lugares y por sí fuera poco, me había llegado como relámpago a la cabeza la imagen del periodista Fabián Lavalle que días antes había sido golpeado por un sexoservidor enfurecido, y aunque en ese caso se había alegado que el periodista no quiso pagar el favor requerido recibiendo a cambio una lluvia de puñetazos; aquí yo me encontraba quizás con personas peores que aquel prostituto enfurecido y ninguna moneda remediaría nada.

La aparente calma volvió cuando los cuatro observadores desistieron de su posición y siguieron su camino por los pasillos de la sala en busca de otros prospectos. Ahora este maldito nerviosismo no me dejaba, que si primero había sido porque no me viera entrar alguien familiar, ahora era por conservar mi integridad física y psicológica. De ahí en adelante mi perturbada permanencia fue tranquilizándose cuando ya no recibía ninguna atención y rogaba porque así continuará el resto de esa jornada.

Efectivamente ya no paso nada que me involucrará directamente, solo lo de siempre, ver como otros tipos se hacían favores, personas que se dejaba ver en la oscuridad como llevaban algunos envoltorios como para regalo, no quería ni imaginar como además de estar jugando el papel de esclavos o sometedores sexuales después irían a con sus respectivas familias y estrecharlas en abrazo navideño con las mismas manos que ahora rosaban con la intimidad de otras personas que probablemente ni conocían.
Mención aparte merece a este día la película que vi: “La esposa ardiente”, ya que en buena medida ocupo mi atención y no porque hubiera posiciones sexuales fenomenales o la actriz protagonista fuera muy voluptuosa, sino porque se trataba de una película de los años 70´s. Aunque contaba con una no muy ingeniosa trama, tocó mi susceptibilidad al mostrar una especie de programa radiofónico donde la locutora más allá de parecer una sexóloga experimentada, daba servicios sexuales a un público que lujurioso observaba como se sometía a los deseos de todo aquel que se lo ordenaba. En fin, me declaró fan de las películas porno y más si se trata de cintas de la década punk inglesa y las chicas a gogo norteamericanas.
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Las fotografías de apoyo fueron tomadas de los portafolios de los fotógrafos, bloggers, artistas y diseñadores Andrea Giacobbe, Bubbleicious, Henrik Purienne, Merkley, Sophie Varela y Zhong Biao; y se pueden ver completos
dando click aquí

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