Cuando el disco llegó a mis manos y escuché él tan esperado material, al darle play y en cuanto sonó la primera pista llamada That was just your life en mi modesto reproductor portátil, fue inevitable sentir como si se hubieran perdido 18 años de mi vida desde que aquel disco homónimo que el público apodó “Black álbum” salió a la luz, y Sad but true inundaba las estaciones de rock en ese entonces vigentes. Pero

A veces las comparaciones suelen ser odiosas, pero no puedo dejar de pensar en esos antecedentes llamados Load, Re-load y St. Anger; y sentir como si se hubieran tratado de grises ensayos que aguardaban para volcar después en la potencia, ejecución y coraje que se percibe en Death Magnetic.

Cabe señalar que el cuarteto parece haber encontrado en la persona de Rick Rubín la amalgama a ese sonido que parecía extraviado dentro de las mismas raíces de la banda, ya que en la mezcla final, se escucha a un Lars Ulrich imponente en la batería y que por momentos supera a sus compañeros volviéndose el centro de atención, también volvieron los solos impresionantes de Kirk Hammett que se habían extrañado durante tanto tiempo, y ahora se escucha a un James Hetfield que como frontman se supera y simplemente suena extraordinario.

Por otra parte, con la colaboración ya en el estudio de Robert Trujillo al bajo; Metallica parece haber reencontrado la formula que los llevó a colocar sencillos como Master of puppets, One o Enter sandman a lugares cúspides dentro de la historia del metal, pero esa decisión la determinarán los fans con el paso del tiempo.
Este álbum tan esperado se compone de 10 tracks los cuales a excepción de My Apocalypse, sobrepasan los 6 minutos haciendo que se recuerde a ese viejo Metallica que hacía canciones que no daban concesiones para la radio comercial, y mucho menos sonaban amigables por la rabia contenida en sus letras. Aunque al llegar a la pista 7, la banda parece no molestarse por retomar los intentos anteriores, este es el caso de Unforgiven III; que quizá sea la canción que se muestra más floja del álbum, y tal vez hasta innecesaria; ya que además de comenzar con un piano instrumental, más que homogeneizar lo que pudo ser un disco redondo, pareciera dar descanso al ciclón que representa Death Magnetic.
Por otra parte, la canción seleccionada como “sencillo” para promocionar el disco, The day that never comes; no muestra la verdadera intensidad del disco en su totalidad. Tal vez hubieran podido funcionar mejor Cyanide, All nightmare long, o Broken, Beat & Scarred que contienen el sello de la casa, y muestran esa cara de rencor y resistencia por mantenerse ante cualquier intento de destrucción: ”What don´t kill you, makes you more strong”. Pero en general, el disco alcanza una potencia y sonido que en su conjunto no desmerece mérito alguno.
Tal vez algunos de los más acérrimos fanáticos de la agrupación no queden conformes con el resultado final de Death Magnetic, ya que como lo dije anteriormente; es inevitable hablar de Metallica sin pensar en Master of puppets (1986), … And justice for all (1988), o “Black album” (1990); sin embargo, esos discos se consolidaron en su debido momento por su propio virtuosismo. Pero ahora Metallica ha alcanzado un punto de ebullición y madurez, tal que la banda ha retomado ese filo característico del buen rock hecho sin miramientos y efectivo a la hora de demostrar de lo que están hechos, así que probablemente señoras y señores… nos encontremos ante el mejor albúm de metal del 2008.
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