¿A dónde chingados voy a llegar enamorado de esta pinche depresión? ¿Porqué carajo no puedo llegar a una normalidad como todo el mundo? ¿Cuándo voy a parar?
Ya no quiero… pesa… apesta… duele más de lo que parece.
Siempre he pretendido llegar muy alto sin pisotear a nadie en el proceso. Los aires de mi grandeza se opacan con esos obstáculos que pone este medio tan hostil e impredecible.
Intentar aquí, tropezar allá, y así; en un tétrico juego caprichoso de una vida que parece destinada a no cambiar nunca.
Deseo dejar algún día este tormentoso romance con la depresión que me acompaña desde aquellos malditos incidentes (que por el momento no diré cuales son).
Un individuo más, tan sólo quiero serlo, nadie importante. La fama, las luminarias y lo extraordinario no es algo que contemple mi agenda de pendientes.
Comprometido con el alma, creyente de la rutina, religioso del compromiso. Todo esto parece no embonar en este sitio, donde lo más normal es odiar.
Quiero hacer otras cosas, escribir de lo que sea, ver otras personas, respirar un viento diferente, pero ¿de que serviría? Aunque he cambiado de atmósfera, mi interior sigue tan dañado como siempre.
Los aires de mi grandeza. ¡Ja! A quién quiero engañar, sí es lo único que sé hacer. Nada más lamentar mi patética existencia. Agarrar lo que venga, con los huesos fracturados, expuesto a que lo próximo sea lo que termine con este dolor… quizá lo que me saqué de esta espiral sea escoger finalmente el defecto perfecto: mi muerte.
lunes, mayo 07, 2007
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