¡Bienvenidos a Hate City! Un lugar donde el amor parece una enfermedad que se busca remediar por distintos métodos ya sean voluntarios o de manera subliminal, como el miedo e histeria inyectados en la mente de todos los ciudadanos a través de los medios de comunicación masiva.
Aquí no tendrás que preocuparte por conseguir un empleo ya que sí gozas de figura atractiva a la vista obtendrás lo que quieras sin esforzarte mentalmente. Pero sí careces de belleza también hay lugar para ti en cualquier lugar sirviendo papas fritas, despachando palomitas, molestando a los demás por teléfono, limpiando lo que otros desechan o cualquier otro trabajucho en el cual todos obtienen ganancia menos el que está hasta abajo y en el remoto caso de que algún osado empleadito quiera subir esa dura pirámide tiene que pisar a otros en el camino. De los buenos empleos se puede decir poco ya que están ocupados por todos los hijos, sobrinos, hermanos y amigos de los que obviamente tienen un rango alto en cualquier corporación. En caso de que la necesidad económica se vuelva mayor, también se puede sobrevivir como vendedor ambulante y así del mismo modo contribuir a la bonita atmósfera mercantilista que se vive en las calles todos los días.
En Hate City la adrenalina es cosa común con los automovilistas que reciben 100 puntos de autoestima por cada peatón acosado con sus furiosas y lujosas maquinas; y 200 por cada pobre diablo que alcanzan a impactar. Todo en una lucha encarnizada por ser los primeros en llegar a cualquier lugar, o quizás te toque mirar como se adueñan a cualquier costa de un buen lugar pagando una “cooperación” que como siempre en Hate City, es forzada. Aquí es donde entran las fuerzas reguladoras de la ley y el orden. Aquellos que la hacen valer son los únicos con licencia para robar (perdón) pedir cualquier cantidad en caso de haber cometido cualquier infracción que se les haya ocurrido en ese momento. Estos guardianes del orden están respaldados por burócratas que como los “bienhechores” uniformados que andan en la calle, son igual o más corruptos. Y por criminales de cualquier tipo no existen las preocupaciones, ya que según los informes de nuestros gobernantes sus estadísticas indican que la delincuencia disminuye año con año y a veces hasta mes con mes.
No tendrás problema alguno por ensuciar tan bonita ciudad, ya que pareciera que entre más basura tires más adornarás el paisaje porque todos actúan igual sin que nadie reclame. Tampoco existe ninguna restricción por desperdiciar recursos como el agua, la energía o cualquier otro recurso indispensable para la vida porque esto es como sí fuera la tierra de la abundancia.
Pero no todo son obligaciones en esta ciudad. También existen diferentes diversiones como los lugares de esparcimiento recreativo o como se les conoce aquí: “antros” pero para acceder deberás vestir como sí se tratará de una boda o tu noche de graduación ya que la entrada a dichos lugares es únicamente a “Niños Ken” y a “Niñas Barbie”. En caso de sujetarte a la idea de un guardarropa cómodo puede que tu opción óptima sea el fútbol que en estos momentos en Hate City es más respetado, conocido y venerado que muchas religiones del mundo. Los conciertos de talla internacional pueden ser una excelente elección donde se garantiza tu satisfacción casi completa ya que las localidades pueden costarte alrededor de 2 meses de viáticos alimenticios. Otra alternativa mas relajada pueden ser las múltiples salas de cine que se han reproducido como conejos en la ciudad, desde luego exhibiendo películas que no inciten demasiado al pensamiento y que son verificadas antes de estar en cartelera por nuestros gobernantes. En general en Hate City la diversión nunca no se detiene.
Pero como sucede en cualquier sistema ciudadano existen aquellos alborotadores que pretenden atentar contra este orden con el que la mayoría se siente conforme (porque sí estuvieran inconformes, protestarían). Dichos agitadores son etiquetados con ayuda de los medios de comunicación privados sumado al conformismo y miedo del que ya se había hablado antes; a que sean estigmatizados y reprimidos por la sociedad en menor o mayor grado. Son pocos los que siguen su lucha llevando a cabo actos sin ninguna lógica que encaje con Hate City como la creación de medios de comunicación independientes como fanzines, gacetas, periódicos, revistas, radio y televisión universitaria y por Internet, salas de cine independientes como Cinemanía, salas universitarias de cine; o “antros” donde no sé es selectivo con la gente que desea entrar como el Multiforo Alicia, El Dada X o El Uta Café o conciertos en los que no se cobra absolutamente nada.
Afortunadamente todo esto se encuentra marginado de la elite de Hate City y sólo se encuentra de manera subterránea, de modo contado y casi limitado por no existir una difusión y de este modo perdure el control social, psicológico, espiritual y sobre todo político para que los engranes de Hate City sigan funcionando como hasta ahora.
Ahora que conoces el modo de vida, la diversión “inn” y la otra, lo permitido y lo prohibido, la mentalidad, las costumbres pero sobre todo la felicidad y conformismo que caracterizan a los habitantes de Hate City sólo te falta vivirlo tú mismo y ser parte de esta bonita ciudad que raya en la perfección al grado de que alguien ha propuesto llamarla Hope City.
lunes, mayo 22, 2006
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