Al principio de esa semana, me puse a pensar lo que podría ser de mi vida con los beneficios y las secuelas de tomar esta decisión. Ir aquí, trasladarme acá y para el miércoles la decisión se veía aún borrosa. La disyuntiva representaba tantas dificultades, ¿el antes o el ahora? ¿ aquí o allá? ¿descendencia o futuro?. La planeación no debería de representar tanta complicación, pero por alguna extraña razón ni el corazón ni la razón concordaban en un propósito en común, ni por donde ir y mucho menos que decir o hacer.
Analizándolo fríamente las probabilidades no son tan extraordinarias, fin de semana con amigos, música y un montón de menjurges que atolondran a los que dejamos que esos líquidos se deslicen por la garganta. Pero aquí está de nuevo, quiero imaginar que lo que indica el corazón es lo correcto, pero la razón se niega y ahí va otra vez esta jodida problemática de saber hacia dónde encaminarme… aún tengo que meditarlo una vez más…
¡Carajo! Ya es viernes y la decisión aún no puede ser tomada. ¡Al diablo!, no será por darle gusto a nadie, únicamente asistiré, haré, diré, cantaré, y todo lo que implique el momento. Sin miramientos ni reservas, acudiré a todas las oportunidades que haya para mí este fin de semana. Pero el hecho de pensar en esas cosas y darle vueltas y vueltas hizo que recordara una vieja canción para parafrasearla en este momento tan oportuno...
Adiós dilema, hola jarra de cerveza…
miércoles, agosto 06, 2008
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