jueves, enero 31, 2008

Con P de Porno ( !...y de Perro Zombie, también! ) - Depravados de closet-

Charlar de esta investigación con algunas personas podía ser un arma de dos filos, ya que por una parte había quienes desinhibidamente me compartían sus experiencias y puntos de vista, mientras había quienes se mostraban deseosos de acompañarme. Me encontraba con todo tipo de sorpresas ya que la gente que menos pensaba, y que siempre me había dado la impresión de ser ajenas a este tipo de entretenimiento; me hablaban sobre algunas de sus perversiones o deseos.

Ya fueran simples deseos o prácticas llevadas a cabo, consideré rescatables algunas de ellas, como este fragmento de una plática de café con una amiga y que por obvias razones, omitiré su nombre - Me gusta ver películas porno porque a veces me reflejo en las actrices. Realizo mis fantasías y pienso que soy ellas, lo hago por desfogo, por relajarme, aunque a veces lo que necesito es ver más y más sexo, confieso que por momentos me he sentido adicta al sexo. Me mueve ver cómo otros hacen lo que yo quisiera hacer o que me hagan, por eso recurro a las películas porque nadie me culpa, disfruto lo que quiero y grito lo que se me venga en gana; la verdad saco mi otro yo oculto que no puedo mostrar ante una sociedad conservadora y reprimida- Y aunque esta chica me afirmó no haber nunca asistido a algún sitio de los que ahora yo estaba frecuentando, me pidió que no dejáramos pasar la oportunidad de ir juntos, ya que aunque se mostraba ansiosa de conocerlo, temía que algún patán fuese a pasarse de listo y le agrediera de alguna forma.

De cierta forma esa apertura que mostró mi amiga hacia el tema que ahora me ocupa, hizo en mí recapacitar sobre los prejuicios que puedo llegar a tener sobre las personas, ya sea por el sexo, la condición económica, creencia religiosa, o sencillamente nada mas porque sí. Así se comenzaban a mover todavía más algunas de las concepciones que tenía del mundo, ya que después de haber visitado aquella primera ocasión el Cine Nacional, mi percepción de las cosas no estaba siendo la misma.
Platicando con otras personas e intercambiando experiencias, es como conozco a quien llamaré P, y que a pesar de ser padre de familia, P es un asiduo asistente a estos lugares, participante de eventos swinger, conocedor de varios sitios de internet para tener encuentros sexuales, fanático de los textos del Marques de Sade, por mencionar algunas de las manías que este peculiar personaje mostraba en su curriculum. P fue de las personas que no se mostraron al momento tan interesados en mi investigación, sin embargo me ofreció llevarme a cualquiera de sus encuentros swingers para fungir como cómplice, y es que según me indicó algunas de las personas con las que entablaba este tipo de relaciones disfrutaban de tener sexo, mientras eran observadas por sujetos que no se prestaran a participar.

Por el momento mi reportaje no contemplaba ir más allá de los cines y así se lo hice saber, lo que lo dejo en una completa indiferencia ante el entusiasmo mostrado cuando me invitó a verlo tener coitos con otras personas, no obstante lo consideré como un excelente guía en todo este mundo de pornografía, en el cual hasta antes de ir al Nacional, pensé era yo un experto. Acordamos una cita para que me acompañase a aquel cine, aprovechando que el miércoles la localidad tan sólo era de $20 y que además anunciaba con todo orgullo, ofrecía un show “extra” a los asistentes, así que solo quedaba esperar a que llegará el día.

EL DEPRAVADO DE CLOSET.
Este sujeto P, había resultado ser una deliciosa mezcla de cinismo y humor negro, ya que durante el traslado de nuestro punto de reunión al Cine Nacional, me iba narrando algunas de sus experiencias de entre las cuales me quedó fresca la manera en que engatusó a una chica y después de algunas ocasiones que tuvo sexo con ella, le robó un celular y una Palm, para jamás volverla a buscar; o de cómo contactó a una pareja por internet y al concretar el encuentro, dice P; -el marido solo se limito a observarnos mientras yo me cogía a su esposa. Él nos tomaba fotos, mientras me decía que a ella le gustaba que le dieran por el culo-.

Quizás era el descaro con el que contaba todo eso mientras viajábamos en un vagón del Metro atiborrado de gente, o tal vez era la manera tan chusca y jocosa con la que matizaba esas aventuras, pero el tipo a pesar de hacer cosas que jamás pienso hacer, nunca me parecieron repulsivas. Nuevamente llegué al punto en el que todo había comenzado, pero ahora con un cómplice que por tan sólo el pago de su boleto, accedió acompañarme con la finalidad de orientarme sobre los “por qués” y los “cómos”, en que esta gente regía sus mentes.

El segundo día de mi aparición por aquel lugar de diversiones oscuras parecía comenzar a ser familiar, desde que fui por nuestros boletos la taquillera me parecía más amable que en mi visita anterior, inclusive me dio la sensación de que me había reconocido; probablemente así era, ya que no creo que todos los asistentes le hagan tantas preguntas como las que le hice durante mis dos visitas. Ahora el lugar me provocaba tanto vértigo como antes un tanto con el acompañamiento de P y probablemente también se debía a que este día la asistencia se tornaba tan regular como la de los complejos cinematográficos ubicados dentro de los centros comerciales.

Ese detalle llamó enormemente mi atención porque no consideraba que fuera un gran gancho el rebajar la entrada 5 pesos, tenía que haber otro motivo para que este sitio se encontrara casi lleno. P se mostró tan sorprendido como yo, lo cual me hizo sospechar un poco de su experiencia, pero hay que recordar que este cine permaneció mucho tiempo sin funcionamiento, alejando los beneficios que ofrecen sus salas oscuras de todos los fanáticos del sexo sin compromiso que ahora, se daban cita aquí junto conmigo.

A pesar de que el número de cinéfilos pornográficos era fácilmente triplicado, el público femenino seguía siendo completamente nulo, lo cual me hacía sospechar que toda esta diversión era de corte gay. Ahora la gama de personalidades era mayor, profesionistas, ejecutivos, personas en ropas enlodadas de cemento, estudiantes, jóvenes, viejos; pero todos con el mismo objetivo, unas horas de sexo distinto al que nos platicaban en los libros de primaria. Las dinámicas eran las mismas: el bamboleante caminar desde el frente hasta la parte trasera de la sala, la rutina de sometimiento y favores sexuales, el muestrario de posiciones en la pantalla; todo marchaba de acuerdo a lo que había ocurrido el primer día.

P se mostraba bastante ansioso y me pedía cambiáramos de sala, ya que según él, -en ésta no pasaba nada bueno-. Al pasar a la sala izquierda de la planta alta, notamos que había un lleno casi total del lugar, inclusive había quienes esperaban algo sentados en los pasillos que conducían donde se aglutinaban aquellos hombres-zombis. Tomamos asiento muy atrás de la sala, pero P no se sentía satisfecho, él quería ir hacia delante donde la mayor parte de la gente había quedado de píe, a unos cuantos metros de la pantalla donde se mostraba una escena que nunca había visto; dos fulanos teniendo sexo anal mientras una chica se limitaba a verlos mientras se masturbaba.
Tanta era la prisa de P por ocupar un lugar al frente, que comenzó a saltar las hileras hasta llegar lo más adelante posible. Parecía que una esquizofrenia se había apoderado de él, hubiera jurado que golpearía a cualquiera que se interpusiese entre un asiento y él, así cuando llego lo más adelante que pudo, no tuve otro remedio que seguirlo de la misma manera en la que había saltado el las hileras de asientos, siempre con la precaución de no mancharme de ningún liquido de esos que sospechaba abandonaban por ahí.

Cuando llegamos a una fila que nos ubicaba lo suficientemente cerca para que mi compañero quedará satisfecho, buscamos alguna ubicación que nos postrará al centro de la pantalla que en la parte baja, ahora podía notar alojaba algunos instrumentos musicales. Mi cautela por no embarrarme con nada seguía siendo persistente, al tiempo que levante la mirada hacia P y observaba como miraba asqueado su mano, mientras no tenía más remedio que confesarme – me bautizaron con la leche de alguien-. Solté una gran carcajada y por un momento pensé que con esa misma mano me plantaría un puñetazo en la cara, pero descansé cuando él hizo lo mismo mientras limpiaba su mano con algo de papel que le había proporcionado.

Aquella risotada que primero yo había lanzado, y después él había correspondido ofendió a algunas personas que se encontraban atrás de nosotros, y una de esas personas dijo – ¡vámonos¡ aquí nada más se están riendo de nosotros-, cual sería mi sorpresa que aquella voz que había dado la orden de retirarse era femenina. P al igual que yo, se mostró sorprendido y solamente se limitó a tratar de seguir a esa mujer hasta su nuevo destino, pero ninguno de los dos alcanzó a ver donde se había ubicado ya que para ese momento, la sala se encontraba con un lleno completo.

Pasaron aproximadamente 5 minutos, cuando salieron unos fulanos con pinta de rockeros a través de una de las salidas de emergencia ubicadas en los costados de la pantalla que seguía mostrando a 2 tipos teniendo sexo, mientras una chica los observaba. Estos sujetos como buenos anfitriones comenzaron a animar los asistentes, se apoderaron de los instrumentos que descansaban al pie de la pantalla, un poco de música y mucho gritoneo, mientras anunciaban con toda pompa a una tal Pamela. P se mostraba entusiasmado y orgulloso de haber logrado esa posición, a pesar de haber pagado con la embarrada de hacía unos minutos.

Pamela hizo su aparición, no se trataba de la mujer más atractiva que hubiera visto, pero para lo que imaginaba iba a hacer por los 20 pesos que nos habían cobrado para entrar, creo que era justo. P a diferencia de los demás asistentes, se mostraba serio y frío probablemente por su cotidianeidad con mujeres desconocidas que se desnudaban frente a sus ojos. Al tiempo que sonaba un rock que nunca reconocí, Pamela se despojaba de su vestimenta y los primeros celulares con cámara se levantaban de entre la muchedumbre, algunos sujetos parecían quererle fotografiar hasta las muelas, ya que acercaban sus teléfonos con tal esfuerzo que por momentos le estorbaban para realizar su coreografía.

Ahora nadie hacía caso ni a la pantalla, ni a las reuniones de atrás de las butacas, era una fiesta sexual en la que todo mundo obtenía lo que sus más bajos instintos le solicitaban; una completa desinhibición y satisfacción sexual, ya fuese por observar a la chica que se desnudaba al ritmo de rock, observar las escenas porno en la pantalla o dirigirse y participar en el intercambio de fluidos que ocurría a todo momento en la parte trasera de la sala, parecía que en ese momento todo estaba permitido.

El espectáculo llegaba a su fin, Pamela tomaba su ropa del suelo y se retiraba por la misma salida de emergencia por la que habían salido tanto ella como los músicos, éstos agradecían la asistencia y emprendían su retirada del escenario al igual que la chica. Como si el cine fuera ya a cerrar sus puertas, también todos los fulanos que estaban hostigando a Pamela en su rutina se retiraban con cierta prisa, parecía que todo volvía a la “normalidad” del lugar, hombres teniendo sexo con hombres y nada más que ver.

Comenzaba a reafirmar mis conjeturas de que esto era exclusivo para gente con tendencias gay, mientras que P decía querer hacer lo mismo y retirarse de la sala. Accedí únicamente porque me interesaba ver la sala de la planta baja que ni ese día, ni en mi visita anterior había pisado, así que antes de llegar a proponérselo a mi guía, él se me adelantaba solicitándome lo esperara para hacer una escala en el baño.
Cuando esperaba en el pasillo que comunicaba a las dos salas de la planta alta, un corcho con anuncios llamo mi atención así que me dirigí a indagar que tipo de anuncios se podían dejar en un sitio tan peculiar. Nuevamente mis prejuicios me traicionaron haciéndome pensar que solamente encontraría mensajes obscenos, pero mi sorpresa fue al encontrar todo tipo de mensajes en los que se dejaban nombres y teléfonos, pidiendo conocer gente que quisiera tener relaciones en su mayoría hombres con hombres, y algunos que a mi parecer el único efecto que podrían causar era burla, ya que más o menos decían así “me cojo a tu esposa por una módica cantidad”, seguido de un número telefónico. P salió del baño y fue cuando intervino de manera muy seria cuando observó lo que yo miraba, - esa gente se encuentra en este medio siempre, aunque yo prefiero hacer mis conectes por internet-. Cuando pronunció esas palabras, nuevamente maldije mis prejuicios y procuré a partir de ese momento, no volver a hacer conjeturas apresuradas.

Estábamos a punto de encaminarnos hacia la sala contigua donde habíamos observado el show y donde P había palpado los líquidos de quién sabe quién, cuando un pequeño cuarto lleno de gente atrajo nuestra atención. Hombres entraban y salían constantemente, mientras algunas luces neón destellaban hasta la parte externa de la habitación y sonaba música que semejaba a la que se pone en los antros sonaba bastante estridente para ser un cine. Cuando entramos nos tuvimos que abrir paso a base de algunos empujones, debido al tamaño de la habitación y la cantidad de gente que había, he de confesar en esta parte, que por el contexto del lugar y la cercanía que tenía con todos los presentes, sentí repulsión por rosar mi cuerpo contra el de todos los que ahí se encontraban.

Fue en un pequeño instante que visualicé un boquete entre la gente, entonces busqué cualquier lugar que me dejara observar que pasaba en medio de toda esa marabunta dentro de este cuarto. Ahora mi perspectiva me dejaba observar unos sillones que se veían muy cómodos para observar las pantallas de plasma que quedaban enfrente y mostraban una película pornográfica. Hubiera utilizado alguno de esos sillones para descansar un momento, de no haber sido por el motivo que ahora me ocupaba para averiguar lo que realmente pasaba, y también por la pareja de gays que ocupaban esos silloncitos y que daban rienda suelta a sus perversiones.

Mientras seguía buscando alguna posición para poder observar, me percate de que había algunas sillas de plástico y sin dudarlo, me subí en una de ellas, para lograr mi objetivo. Toda la algarabía se debía a un tipo joven como de 25 años bailaba y se desnudaba, mientras una señora como de 50 le acariciaba el cuerpo y le practicaba sexo oral sin ningún tomar en cuenta al público que la observaba. El espectáculo duraría unos 20 minutos aproximadamente, sin contar el tiempo que no estuvimos ahí, y tampoco el lapso en el que buscábamos una perspectiva que nos dejara enterarnos del motivo real, por el cual tantas personas estaban gritando. Al final un hombre paso para cubrir a la señora que terminaba tan solo con un braseare puesto, mientras que el bailarín era asediado por algunos muchachos, y sencillamente decidí ya no averiguar en que terminaría su encuentro.

Parecía un poco tarde, P y yo nos sentíamos bastante asombrados de todo lo que se podía lograr por $20 y aún el lugar ofrecía más tiempo para disponernos entre sus paredes. Por fin nos dirigimos a la sala de la planta baja, no fue mucho el tiempo que permanecimos ahí, pero pude percatarme de la majestuosidad arquitectónica del lugar. Una sala de cine inmensa, calculó que tendría cupo como para 400 personas, una pantalla enorme que exhibía a una rubia que era salvajemente penetrada por un actor bastante atlético en un gimnasio. En esta sala los grupos de reunión de atrás de la sala estaban ausentes, pero a cambio aquellos que deambulaban superaban en número a los que permanecíamos sentados en las butacas. El tiempo se termino, y los empleados prendieron las luces, la película fue quitada de tajo y se pudo observar a muchos que emergían de entre las piernas de otro asistente de este lugar. Nuevamente sacados sin ninguna cortesía, pero ahora P me daba algunas ideas y me ayudaba con el intercambio de puntos de vista, para ayudarme a entender un poco más, como el lo llamaba –el depravado de closet-, ya que según él, todos tenemos alguna depravación y aunque por mucho que la reprimamos, nadie esta exento de cumplirla en cualquier momento.

2 comentarios:

Ikaraku dijo...

Es verdaderamente una excelente narración!!!!!!!

saludos Sr Perrozomie

david

Anónimo dijo...

hmmm..ribina_xmza