Representado generalmente por el color negro, aunque nunca lo he tomado como estandarte ni ideología. El paso de estos veinticinco años ya han comenzado a cobrar cuentas: El abuso de la cerveza ha hecho que la panza crezca considerablemente. Las marcas de mi nerviosismo e inseguridad son visibles en mi rostro. Siempre he evitado la monotonía, por eso no creo que andar peinado (o despeinado) a la moda o de la misma forma todos los días, sea lo que yo necesito. La vestimenta suele funcionar parecido, aunque me es difícil permanecer alejado de algo que me dé fachada negra, no estoy peleado con otros colores. Siempre he tratado de ser respetuoso con los demás, así que me adapto a las reglas de etiqueta de cada lugar y situación.
Con los ojos siempre tristes, pretendo ser alguien inquebrantable con una armadura de hombre fuerte, pero que solamente consigo ser el mismo niño débil y vulnerable desde hace muchos años. Una fisonomía gruesa que no encaja en el modelo de niño bonito (¡y ni que me importara!). Con un rostro algo marcado y la nariz chueca, por los años de la adolescencia y por una golpiza que casi me arranca la vida (y no es metáfora).
Prudente, justo, sociable, sensible, cortés, humano al fin y al cabo. No puedo dejar de intentar llevar mi humanismo a la utopía individualista de pretender ser mejor conmigo mismo y con mis semejantes, aunque al final sigo siendo igual de ordinario que todos los demás, con ciertas virtudes y algunos típicos defectos.
A veces, como cualquier persona, siento que mi vida es una despiadada versión del enojo de un Dios, pero en otras ocasiones pareciera estar lleno de una infinita tranquilidad que apacigua incluso a los que se encuentran a mi alrededor. Enamorado de mi tristeza infinita y eso complica aún más todo porque anidan en mí un cóctel bastante singular de sentimientos de odio, amor, tristeza, gozo, frustración, deseo, represión, alivio, culpabilidad. Y así por el estilo demasiada complejidad impera en mis pasos.
Firmeza en las decisiones y responsabilidad de las acciones, así es como pienso. Me desenvuelvo en una sociedad bastante hostil y voraz, pero no desisto en mi idea de que todos somos iguales, lo único que nos diferencia son nuestras responsabilidades colectivas e individuales. Nunca he buscado la grandeza de un rey, ni el poder de un gobernante. Más bien quiero una vida sencilla en un bonito departamento con un perro fiel que espere mi llegada, ¡ahh, pero eso si, con una enorme colección de discos que adorne el lugar!
No sé que tanto pueda ambicionar. Lo que si es seguro es que frustrado, no quiero estar. ¿Hasta dónde seré capaz de llegar? Tal vez nunca lo pueda adivinar, pero eso sí, en el transcurso de mi vida me quiero divertir. Quién sabe si algún día logré tener una relación estable con una mujer. Hay algo que si es indiscutible, y es que sé que siempre estaré rodeado de lo mejor: mis amigos y su apoyo y compañía.
Complicado por naturaleza, difícil de complacer, responsable de mis aciertos y errores, apolítico y sin credo, concepción sarcástica e irónica de la vida, único para unos, ordinario para otros. Es difícil describirme y mi confusa existencia sólo logra entorpecer la idea de lo que se supone debo ser y, aunque a nadie pretendo defraudar, no puedo evitar que aún los que mejor me conocen, se pregunten al final del día: ¿Quién carazos es Perro Zombie?
miércoles, agosto 02, 2006
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